10.12.06

When I met Paris


“No hay que hacer trabajar a los hijos desde demasiado jóvenes”[1]


-Varados en la estación Saint-Lazare estaban los niños cuando nos escribieron, querida.-
Marta fue a la cocina a preparar las tostadas y un té helado para su marido.
Ellos, junto a Charles (que aún seguía encerrado en el armario), vivían en la antigua, pero lujosa casa de la calle Juramento al tres mil setecientos y desde que nos fuimos, se sentían un poco solos.
Eran buenos padres, los extrañábamos, pero los encantos de una nueva vida nos había seducido.
Al tomar el octavo subte que –sabíamos- no nos conducía a Charles de Gaulle, nos tratamos de creer nuestra mentira, nos hacía sentir mejor.
-Charles dijo que iba a ser discreto, no deberías estar tan intranquilo- dije a mi hermano. Ademas papá y mamá aún no entienden muy bien el francés.
Mientras tanto, Charles con un ambiente distraído salía a dar un paseo por Belgrano.
A las 6:30, muy ansiosos, papá y mamá estaban saliendo para Ezeiza en su Mercedes.
Charles, como ya lo había predicho, cayó sobre las vías de tren de la calle Echeverría.
El Mercedes estaba arribando en el giratorio estacionamiento de Ezeiza. Los altavoces avisaron que el vuelo número 471 de AirFrance arribaría en 5 minutos a la Ciudad de Buenos Aires, para luego continuar su trayecto hasta el aeropuerto de Santiago de Chile. Ya eran las 7:30 cuando Marta y su marido se acercaron a esa doble gran puerta, siempre tan llena de llantos y abrazos.
Luego de ya haber descendido todos los pasajeros del vuelo, y ya pasada una hora de espera, Marta fue a preguntar por sus hijos en el mostrador de AirFrance, la chica le dio un paquete diciendo que estaba en los asientos que nos correspondían.
El paquete parecía movedizo, al abrirlo un siamés naranja salto hasta el piso y maulló cansado, papá y mamá se miraron y empezaron a caminar en dirección al auto.
(Siempre supe que París nos iba a resultar demasiado hermosa)

[1] Vian, Boris: El lobo-hombre, Barcelona, Tusquest, Fábula, 1994, pág. 123.

Por Juan Valente
En esta ocasión, y para continuar con el blog que había sido temporalmente abandonado, les ofrecemos uno de los primeros trabajos del año de Juan Valente.

El compilador

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