27.10.06

Carta a una mariposa




Algunas noches, cuando estoy sola, me siento en el jardín, veo las mariposas y me acuerdo de vos. Y como ellas me ven llorar, se acercan para que les cuente nuestra historia.
Todavía me acuerdo de las tardes abajo del naranjo, esos días calurosos en que no se podía respirar, y nosotras salíamos a jugar. Tuve muchas amigas, tantas, pero ninguna como vos, a vos te amé diferente, fuiste especial. Mi castigo fue ser siempre mejor que vos. Sé que intentabas imitarme, porque me creías perfecta. Sé que me admiraste y sé que nunca me quisiste.
Ambas tuvimos la desgracia de no ser queridas por nuestros padres, que nunca se dieron cuenta de que existíamos. Para mi suerte, te encontré a vos, y te convertiste en mi hermana. Me perseguías todo el tiempo pero nunca me cansaste. Me olvidé de los demás, porque juntas construimos nuestro mundo donde vivir tranquilas. Vos me imitabas, me copiabas, hacías exactamente lo mismo que yo, te comprabas la misma ropa, y yo nunca te dije nada. Era tan perfecta nuestra amistad, no era necesario arruinarla. Planeábamos todo lo que íbamos a hacer, nuestros casamientos, que iban a ser el mismo día, juntas con el mismo vestido las dos íbamos a entrar al altar de la mano y a casarnos, tal vez, con distintos esposos.
Me acuerdo de ese día que teníamos tanto para hablar, que nos quedamos a dormir debajo de nuestro árbol. Dormimos abrazadas porque hacía frío y por única vez en mi vida, sentí tu ternura. Nos reímos un rato de las estrellas, y me contaste tus secretos. Me dijiste en voz baja que después de tu muerte ibas a vivir como una mariposa, pero no una cualquiera, una que pudiera vivir más de cien años. Mariposas así nunca existieron, pero yo no te lo dije.
Fue ese día terrible en que me dijiste que te ibas a mudar, tus padres tenían un nuevo trabajo, en otra ciudad, lejos de mí. Pretendías vivir sin mí, yo era esencial para vos, era tu modelo a seguir. Perdón, pero es que nunca pude entender cómo preferiste a tus padres antes que a mí, yo te di más que ellos, te regalé mis gestos, mi forma de hablar, y de a poco al dejar que me imitaras, te regalé mi vida. Y aunque nunca me perdone lo que hice, fue justo de alalguna manera, vos te robaste mi vida, y yo me robé la tuya.

7 comments:

THECLEANER said...

Hubo un errorcito de parte de EL COMPILADOR, pido disculpas.


EL COMPILADOR

Anonymous said...

que poética mamita.

Anonymous said...

Che juan te diste cuenta que cortaste mi cuento y que no tiene frase final?

THECLEANER said...

Debe haber habido un problema de cut y paste. En cuanto pueda lo fixeo.

EL COMPILADOR

Anonymous said...

esto es muy bueno, en serio.
maru muy lindo aunqe no lo lei jaja pero empece a leerlo y me di cuenta qe ya lo lei alguna vez
beso!

Anonymous said...

yamila no seas vaga: leé todo el cuento.
y sí que está bueno! silvina ocampo te guiña un ojo desde el más allá (sonó muy dark?). una frase que me mató: nos casaríamos, tal vez, con distintos maridos... ja!!!!
besos...
obviamente, the prof

Anonymous said...

COPADO